«Llega la primavera y con ella las Alergias”

Según se acerca la primavera, con frecuencia, aumentan los casos de alergias a sustancias que se encuentran en el exterior como es el polen, flores, orugas, frutas, ácaros…Cuanto más haya llovido antes de esta estación, más fuerte polinizarán las plantas, árboles, flores y, por tanto, más fuertes serán las crisis alérgicas.

Pero esto no quiere decir que las alergias no existan en otras estaciones del año, ya que hay mucha tipología alergénica: algún tipo de alimento, medicamento, al sol, al agua, al frío, al pelo de ciertos animales, a productos químicos…

Seguro que tú también en tu entorno conoces a alguien que padezca algún tipo de alergia o quizás tú mismo las sufres.

<<Todos somos potencialmente alérgicos, pero 

¿porqué a unos se les declara y a otros no?>>

Médicamente hablando, la alergia se define como un conjunto de alteraciones de carácter respiratorio, nervioso o eruptivo que se producen en el sistema inmunológico por una extremada sensibilidad del organismo a ciertas sustancias a las que ha sido expuesto, y que en condiciones normales no causan esas alteraciones.

Pero hoy voy a ir más allá. Yo soy alérgico al polen desde mi nacimiento. Como ya sabes, hace tiempo que me emergí en el campo de la psicosomática o somatización de las emociones. A partir de ahí comprendí cómo detrás de cada sintomatología o enfermedad existían conflictos emocionales que generan malestar físico y emocional.

Desde la Desprogramación Biológica, podemos ver que se trata de memorias asociadas a un shock biológico inicial, que cuando el cerebro vuelve a detectar, ya sea por asociación o contacto real, reactiva el conflicto y los síntomas reaparecen. Hablamos de un shock biológico (bioshock) o impacto emocional cuando vivimos una situación que es imprevista, que la vivimos en soledad, que lo sentimos como algo dramático y que en ese momento no le vemos solución alguna.

En toda alergia apreciaremos dos etapas o fases: una primera fase silenciosa llamada de “sensibilización” o de identificación del agresor” donde el sistema inmunológico identifica un cuerpo extraño, ciertas células se encargan de analizarlo y fabricar anticuerpos específicos memorizando las características del intruso. Y una segunda fase de hipersensibilidad alergénica o “ruidosa de detección/neutralización del agresor”, que es cuando en un segundo contacto con el mismo intruso hace que los anticuerpos se vuelvan reactivos y provoquen una respuesta, la llamada “reacción alérgica”. 

Por tanto, el imparto emocional se daría en la primera fase. En cambio, la segunda fase sería la que nos advertiría de un peligro inminente. Nos llevaría al recuerdo desagradable de la primera vez.

En los casos más habituales el tratamiento con medicación se basa en antihistamínicos para detener o prevenir la aparición de los síntomas. En los casos más graves, se recurre a medicamentos más potentes, incluso la hospitalización.

En el caso de las alergias existe un doble conflicto emocional: Separación y Protección.  

Para cada alergia encontraremos un dominante específico:

Piel: contacto-separación

Rinitis/Sinusitis: connotación sexual

Vómitos: indigestiones familiares

Laringe: miedo

Lágrimas: algo que no puedo ver

Dependiendo de la parte del cuerpo que se dé la alergia, así corresponderá a un conflicto emocional concreto: pies (mamá o figura materna), manos (papá o figura paterna)…

Y dependiendo del tipo de alergia, tendrá un conflicto u otro: en el caso del polen tiene una connotación de amor, de reproducción (ver historias de contacto y doble separación), el látex tiene que ver con el contacto y problemas de separación. En el caso de preservativos, ver historias de incestos simbólicos. Alergia al sol tendría que ver con papá, al agua con mamá…

Para ello, siempre que se trate una alergia hay que buscar la historia que se esconde tras ella o buscar el conflicto emocional que lo detonó.

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